El trabajo en equipo se empieza a
aprender, se empieza a experimentar en cuanto el niño es consciente de que
necesita ayuda para resolver problemas cotidianos y además es capaz de
liberarse de su egocentrismo en aras de un resultado futuro satisfactorio. Esto
en muchos adultos que han sido adiestrados en la competitividad absoluta y en
la carrera por ser el primero en ocasiones no tiene sentido ya que en su
interior siempre reina el provecho propio por encima de todo y el obtener
rédito personal a cada una de las acciones llevadas a cabo ya sea en el ámbito
profesional, social, deportivo, afectivo....
Nada en este mundo funciona sin
el trabajo cooperativo, no importa qué religión profeses, cuál sea tu tendencia
política o tus gustos deportivos, artísticos o cómo pases tu tiempo de ocio,
todo y todos estamos interrelacionados y siempre ha sido así pero ahora más que
nunca en una sociedad global en la que la inmediatez es esencial.
El problema llega cuando tus
referentes educativos y de comportamiento no están dispuestos a compartir ni
siquiera tu talento, tus capacidades o tus habilidades innatas. Es entonces
cuando comienza el aislamiento porque compartir para ellos significa falta de
ambición y sin ambición no se alcanzará nunca el éxito. Escuchando a Michel
Jordan en el funeral de Kobe Briant te das cuenta de que no se puede estar más
equivocado, que todo se puede compartir, sobre todo el talento. Muchos son los
ejemplos de personas con verdadero éxito que pronto, en sus vidas, se dieron
cuenta de la necesidad de compartir su talento para poder crecer
verdaderamente. Las personas celosas de sus capacidades sólo conciben el éxito
en términos materiales y esto es quedarse en la superficie de las relaciones
humanas y por tanto empresariales, deportivas, afectivas… Estas personas no
cabe duda que podrán lograr un cierto grado de lo que ellos consideran éxito
pero sin compartir, sin cooperar, sin colaborar nunca se sentirán satisfechos.
Pero, ¿cómo llegar a la
determinación de trabajar en equipo en todos los ámbitos de tu vida? Puede parecer
sencillo pero hay una condición indispensable para lograrlo, la humildad, esta
característica de muchos seres humanos pasa por no creerte superior a los demás
puesto que las personas tenemos múltiples facetas y diferentes inteligencias que
vienen determinadas por lo innato y la relación con el medio que nos rodea,
además es esencial conocer tus limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a
ese conocimiento. Esta característica nos permitirá acceder a los diferentes
niveles que requiere el trabajo en equipo, no todos podemos ser líderes, no
todos podemos ser gregarios debemos adaptar nuestras capacidades a los
diferentes niveles y aportar todo lo que en nuestra mano esté.
Para concluir decir que en las escuelas actuales, académicas y deportivas hay un alarmante déficit de formación en trabajo en equipo,
detección de dificultades de los alumnos para su desempeño y dinámicas
adecuadas para el trabajo cooperativo. Eso sí, “página 134, ejercicios 3, 4 y 5 los hacemos y luego corregimos en la
pizarra”, de esto no falta ni un solo día. Busquemos las excusas donde
queramos pero de esta forma es difícil preparar a los futuros dueños del mundo.